02

Ago

2024

Atesorada frase “Firme y feliz por la unión”

“Firme y feliz por la unión” es el lema del Perú. Aparece para ser propagado por primera vez en la moneda de plata de 8 reales en 1825 y, luego –para ser más atesorado aún– en la moneda de oro de 8 escudos, en 1826.

Por Luis Eguiguren. 02 agosto, 2024.

Celebramos el aniversario patrio, 28 de julio, con las calles embanderadas, muy próximos al Bicentenario de la Batalla de Ayacucho, que selló la independencia del Perú. En estas circunstancias, caben algunas reflexiones sobre la atesorada frase: “Firme y feliz por la unión”, que nos han legado los padres de la patria, entre los que se cuenta a Manuel Salazar y Baquíjano, Toribio Rodríguez de Mendoza, Mariano José de Arce, José de La Mar, Hipólito Unanue, Francisco Javier Mariátegui, José Faustino Sánchez Carrión y José Gregorio Paredes, creador del Escudo nacional del Perú.

La Orden del Congreso del 25 de febrero de 1825 –referente a la acuñación de ellas– indica: “en el reverso [de la moneda] se representará a una doncella de pie, con una asta en la mano derecha que sostenga el gorro de la libertad, y en la izquierda un broquel apoyado sobre el terreno, que lleve la palabra Libertad; en la circunferencia se pondrá el mote:”.

Los padres de nuestra patria nos dicen, pasados pocos meses de la decisiva victoria en la Pampa de la Quinua: después de sellada nuestra independencia hemos de lograr un Perú “Firme y feliz por la unión”. Con cuánta razón aluden a este lema, puesto que la libertad, lograda en Ayacucho, es condición necesaria, pero no suficiente, para lograr el más ansiado y mejor modo de vivir –la felicidad– tanto para cada uno de los peruanos como para la sociedad que integramos.

Este lema, según mi apreciación, hay que recibirlo como un valioso llamado para cada uno de los que amamos nuestra patria, con sus virtudes y defectos, los mismos que comprendemos y perdonamos; que, firmemente deseamos contribuir a superar, en la medida en que son ofensa al Dios de Jacob –Bien Supremo, Ser Absoluto– mencionado en nuestro Himno Nacional y, de un modo u otro, en todas nuestras constituciones políticas, desde la primera de 1823, hasta la postrera de 1993. Defectos que, tantas veces, llegan a constituir una ofensa a los principios éticos más fundamentales: no hagas al otro lo que no quieres que te hagan a ti, como afirma el cristianismo. O, también, como propone el filósofo de Königsberg: nunca actúes tomando a una persona como instrumento, sino solo como fin y, antes de realizar lo que consideras un deber para ti, reflexiona sobre qué ocurriría en la sociedad en que vivimos, si todas las personas efectuaran eso mismo; si ello fuera abominable, catastrófico, abstente con firmeza de hacerlo.

La Oficina del Fondo Editorial del Congreso del Perú, el 24 de mayo pasado, organizó, acertadamente el Conversatorio Firme y feliz por la unión: ¿Cómo encontrar unidad y felicidad en el Perú? Fui cordialmente invitado como expositor, a propósito del artículo titulado: “Firme y feliz por la unión” que suscribí en este mismo Diario Oficial del Bicentenario, El Peruano, en julio del 2021.

La exposición que tuve el honor de ofrecer en el conversatorio –acompañado de cuatro de mis jóvenes alumnos– se tituló “El célebre mote del Perú desde una óptica filosófica”. Consistió en un ensayo de análisis e interpretación del lema del Perú, término por término –expositio terminorum– acudiendo a los significados etimológico –universal– y de uso en el castellano de aquel tiempo, según los diccionarios de la RAE vigentes entonces.

Ofrecimos, así, una aproximación para responder a la pregunta: ¿qué se pretendió expresar, en forma clara y distinta, con cada uno de los tres términos: firme, feliz y unión; entrelazados, en el mote, los dos primeros mediante la conjunción “y”; encontrándose a su vez, el tercero, vinculado con ambos anteriores, mediante la preposición “por”? Este análisis terminológico de la frase emblemática y la apreciación de su armonioso conjunto desemboca, al fin y al cabo, en respuestas a la pregunta ¿Cómo lograr una patria firme y feliz por acción de la unión, entre quienes reconocen y procuran vivir, en cada instante, la virtud del patriotismo? Disposición tal –patriotismo– que procuramos primero comprender lo mejor posible –como recomendaba Sócrates– ampliando nuestro conocimiento, sin cesar, de lo nuestro y de los nuestros. Y, luego tenerla bien arraigada, firme, como reza el atesorado lema nacional, mediante la incesante repetición, en los quehaceres de la vida ordinaria, del modo de actuar que admiramos en nuestros, próceres y héroes.

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